La shadow AI es el nuevo “software pirata” de las organizaciones: no se ve, no se controla y, sin embargo, puede comprometer toda la compañía… y a la persona que la utiliza.
Llamamos shadow AI al uso de herramientas de inteligencia artificial generativa (ChatGPT, Claude, Gemini, copilots varios…) fuera de cualquier política corporativa: sin validación de IT, sin guía de Legal y sin control de Seguridad. Esta forma de actuación de los empleados representa un problema organizativo, reputacional y jurídico.
¿Por qué aparece la shadow AI?
Porque los empleados, para mejorar sus prestaciones, utilizan GenAI, y la utilizan porque esta tecnología resuelve problemas muy reales: redactar propuestas, resumir contratos, generar código, preparar presentaciones… Cuando la organización no ofrece una solución oficial, los empleados buscan atajos por su cuenta.
El patrón es siempre el mismo:
- “Solo es un texto, no pasa nada si lo copio-pego.”
- “Es código viejo o es básico, no es importante.”
- “Total, todo el mundo usa esto.”
Y sin darse cuenta están subiendo a una herramienta externa datos confidenciales, código propietario, estrategias de negocio o incluso datos personales de clientes y empleados.
Riesgos legales para la organización… y para la persona
Protección de datos (RGPD y equivalentes)
Si un empleado copia en una IA externa datos personales (nóminas, CV, historiales, incidencias de soporte, etc.) sin base legal ni contrato de encargado adecuado, la organización puede estar vulnerando el RGPD. Eso abre la puerta a multas, inspecciones y reclamaciones, especialmente si la información se usa o se filtra de forma indebida.
Confidencialidad y secretos empresariales
Subir a una IA en la nube información estratégica, código fuente o documentación interna puede considerarse divulgación no autorizada de secretos empresariales. En casos extremos, un empleado podría enfrentarse a medidas disciplinarias, despido procedente o incluso responsabilidad civil si se demuestra daño económico derivado de esa filtración.
Propiedad intelectual
Al mezclar contenido protegido (código, informes, creatividades) con una IA externa, pueden surgir dudas sobre quién es el titular de ciertos resultados. Además, algunas condiciones de uso permiten al proveedor utilizar las entradas para mejorar su modelo si no se configura lo contrario, lo que complica todavía más la protección de la IP corporativa.
Cumplimiento normativo sectorial
En banca, seguros, salud, defensa, energía, etc., existen obligaciones específicas sobre dónde se alojan los datos, cómo se auditan los sistemas y quién accede a la información. Usar una IA no autorizada puede romper esos marcos de cumplimiento y exponer a la organización a sanciones regulatorias serias.
¿Y el empleado? “Solo lo usé para ir más rápido…”
La excusa del “yo solo quería ser más eficiente” no siempre protege.
Si la empresa tiene políticas claras (seguridad, uso de IT, confidencialidad) y formaciones mínimas, un uso imprudente de IA externa puede verse como incumplimiento de obligaciones laborales. Especialmente si:
- Se han firmado cláusulas de confidencialidad.
- Se ha comunicado explícitamente qué herramientas están permitidas.
- Existen canales corporativos seguros que la persona decide ignorar.
La única salida: de la sombra al marco oficial
La respuesta no es prohibir la IA, sino integrarla bien.
Si la organización no ofrece una alternativa segura y útil, la shadow AI seguirá creciendo. Y con ella, la probabilidad de que un día un “simple copiar y pegar” se convierta en un problema legal de primera página… para la empresa y para quien hizo el clic. La buena noticia es que, bien gestionada, la misma tecnología que hoy vive en la sombra puede convertirse en uno de los mayores aceleradores de productividad y cumplimiento de la organización.
